Elecciones en EE.UU.: os hispanos y unos 12 millones de votos sin usar | BBC

Desde abril, los voluntarios de esta organización sin fines de lucro caminan las calles para promover la participación cívica.

"Es una estrategia muy básica, golpeando puertas o yendo a tiendas latinas donde nos apostamos afuera para dar información y registrar a los que sean elegibles para votar", relata Heredia a BBC Mundo.

Adrián Landa está enfrascado en una misión parecida: pasa horas en un sótano del Este de Los Ángeles, en las oficinas de la ONG Innercity Struggle y junto a un grupo de más de 20 personas que, por teléfono, busca movilizar a los electores de la comunidad.


"Pocas veces nos rechazan, la gente quiere ver cambios y nos dice ‘sí, quiero tener el cambio, quiero tener voz’. Sólo que no saben, no tienen suficiente información", dice el voluntario, cuyo equipo lleva contactadas a más de diez mil personas en un mes.

Unos trabajan registrando nuevos electores, los otros recordándole a los ya inscritos que deben hacer uso de su derecho de sufragio: dos intentos para hacer que el tan mentado voto latino efectivamente tengo peso en los comicios estadounidenses.

Poco interés

Los últimos datos señalan que hay 23,7 millones de hispanos habilitados para elegir entre el demócrata Barack Obama, que busca un segundo mandato, y su rival republicano, Mitt Romney.

Esto es, 4,2 millones de votos más que en la última contienda general, en 2008, y un récord histórico, según cálculos del Centro Pew Hispano.

Pero este crecimiento en términos absolutos no es por sí solo una buena noticia: si se atiende a las tendencias históricas, los latinos son el grupo étnico menos proclive a participar en elecciones.

"El problema es que los hispanos raramente votan en números que reflejen su potencial. Hace cuatro años, sólo emitió el voto la mitad de los que eran elegibles, comparado con 65% entre los afroamericanos o 66% entre los blancos", señaló a BBC Mundo Mark Hugo López, director asociado del Centro Pew.

 

Doble desafío

López es el autor principal de un informe publicado en estos días que pone en perspectiva lo que podría pasar el 6 de noviembre: anticipa una brecha entre los latinos registrados y los que efectivamente irán a las urnas. Tres de cada cuatro inscritos dicen estar "absolutamente seguros" de que emitirán su voto: eso equivale a 77%, mientras que la media nacional de participación segura es de 89%.

Pero, además, el voto hispano tiene otra valla por sortear: acortar, en primer término, la distancia que existe entre los votantes elegibles y los que en la práctica cumplen con el registro obligatorio.

 Son dos brechas, en otras palabras: los latinos no sólo se registran para votar en menor medida que otros grupos étnicos sino que, además, una vez registrados muestran peores niveles de participación.

A ello hay que sumarle, además, que más de la mitad de los latinos en territorio estadounidense quedan fuera de la contienda porque no tiene estatus de ciudadano, sea porque son indocumentados o porque tienen permiso de residencia pero no están naturalizados.

Aunque no existen todavía datos certeros sobre los niveles de registro -en algunos estados el plazo para anotar nuevos votantes ha culminado, pero en otros continúa hasta finales de octubre-, se supone que oscilará entre 10 y 13,5 millones de votantes reales... sobre un total de casi 24 millones de votantes posibles.

Jóvenes y desmotivados

Algunos aluden a una característica demográfica: la juventud de esta comunidad. La mayoría de los votantes latinos son nuevos –esto es, habilitados para participar por primera vez en 2012- y de entre 18 y 29 años, e históricamente el interés electoral entre jóvenes tiende a ser mucho menor que entre votantes adultos.

"Es un proceso largo, tiene que ver con hacerlos sentir que lo que ellos decidan en las urnas influirá en su vida cotidiana", dice a BBC Mundo María Duarte, de la organización Galeo, encargada de la campaña "¡Órale!" para motivar la participación.

Otro factor probable es de índole regional: alrededor de 50% de los votantes hispanos está en Texas y California, dos estados que no reciben mucha atención de las campañas porque sus resultados esperados –triunfo republicano en Texas, demócrata para California- se consideran inmodificables.

"No se consideran estados péndulo y, por tanto, en ellos hay menos esfuerzos de movilización de votantes por parte de los partidos", señala López.

Otros analistas, en cambio, se lo adjudican todo a la economía: la crisis de empleo y vivienda ha forzado a muchos latinos a mudarse y, como consecuencia, a perder su registro electoral, que caduca cuando se cambia el estado de residencia. Otros están simplemente desencantados con el devenir del país, tras una seguidilla de ajustes sobre planes sociales que los tenían como beneficiarios.

Y el desgaste sufrido por el presidente Obama en sus primeros cuatro años de mandato se ha cobrado su cuota: los hispanos han favorecido tradicionalmente a los demócratas y, en esta campaña, el actual mandatario no ha logrado conseguir los niveles de adhesión de 2008.

Los últimos relevamientos de Pew muestran, sin embargo, que la tendencia general del voto hispano no depararía sorpresas el día después de los comicios: Obama mantiene una ventaja de 3 a 1 por sobre Romney en las preferencias de los latinos ya registrados.


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