Aunque la mayoría de los alumnos de la secundaria Lincoln de Los Ángeles considera proseguir la educación superior cuando terminen la escuela, la realidad es otra bien distinta: apenas unos 150 estudiantes por cada 500 que se gradúan continúan formándose, según el director del plantel, José Torres.
Mientras varios factores desencadenan que un alto número no continúe con sus sueños, la falta de fondos y los recortes que enfrentan tanto escuelas como universidades comienzan a ser motivo de inquietud para muchos cuando se ponen a pensar en su propio futuro.
"Quiero ir al colegio, pero estoy viendo que no es fácil lograr lo que uno quiere en la vida", comenta Alexis Cruz, quien ha solicitado cupo en Cal State Northridge para cursar psicología el próximo curso. "Me preocupa mucho todo lo que pasa en el gobierno, de que no haya fondos y me vaya a tomar más tiempo completar las clases".
Esa preocupación se ha traducido en acción. Junto a decenas de estudiantes más de la misma escuela, Cruz ha tomado la iniciativa de defender su causa como estudiante para hacerse escuchar entre las esferas políticas a través de diversos actos y manifestaciones, pero también convenciendo a otros alumnos de que la batalla por educarse no está perdida.
"Ahora es cuando tenemos que estar más motivados", dijo Iliana Ávila, quien al igual que Cruz es miembro de Estudiantes Unidos, un colectivo de alumnos con raíces en varias escuelas del Este de Los Ángeles que se movilizan para defender sus derechos y asegurar fondos.
"No importa qué tan difícil se ponga la situación o cuántos recortes haya, lo que tenemos que dejar saber a los demás estudiantes es que eso no puede impedir que vayan a la universidad, y que no tienen razón para desanimarse", agregó Ávila.
Durante el tiempo de almuerzo de ayer en la escuela, varios alumnos identificados con camisetas de la organización fueron preguntando a otros compañeros sus intereses y preocupaciones cuando concluyan la secundaria. El objetivo: unir fuerzas y asesorar a quienes no saben por dónde empezar a buscar ayuda para dar el primer paso a la universidad.
Varias instituciones académicas se dieron además cita para responder a las preguntas del alumnado sobre cómo solicitar admisión en los campus universitarios y qué carreras profesionales se ofrecen.
"Muchos ni siquiera saben que cuanto mejor sean sus calificaciones en las materias, más dinero pueden conseguir cuando soliciten ayuda financiera", indicó Diana Cárdenas, consejera que prepara a los alumnos de cara a la educación superior. "Y lo que es más importante, solicitarlo a tiempo para asegurarse que tendrán esa ayuda".
Otros ochos consejeros trabajan en la escuela Lincoln, cuatro de ellos pagados con fondos de la Ley de Inversión en la Calidad de la Educación (QEIA). Pero el plantel podría dejar de recibir parte de ese dinero si no alcanza el nivel exigido de desempeño académico en las pruebas estatales.
"El poco dinero que tenemos hay que estirarlo para aprovecharlo lo mejor que podemos", expresó Torres, el director, luego de que su escuela ha experimentado entre 10% y 20% de recortes en los últimos cinco años. "Ahora nos ponemos dos o tres sombreros para hacer más con menos".
"Aun así hemos optado por poner más consejeros con ese dinero [de los fondos QEIA] porque el estudiante necesita una personalización", agregó. "Los estudiantes miran las noticias igual que nosotros, y se quedan pensando qué probabilidad tienen de seguir estudiando cuando están escuchando que hay recortes por todas partes".
Con unos 2,180 estudiantes, la secundaria Lincoln bien podría reflejar el mismo escenario que se vive en muchos otros planteles del Distrito Escolar Unificado de Los Ángeles (LAUSD): una escuela donde la mayoría de sus alumnos son hispanos (83%) y el 95% del total califica para almuerzo y desayuno gratis o a bajo precio porque sus familias no ganan lo suficiente.
Para Karen García, quien este curso terminará la secundaria, uno de los temores es "empezar la universidad y no seguir mis clases porque no haya fondos". Sabe que no tendrá más remedio que buscar un trabajo cuando llegue el verano para ahorrar con el fin de costearse la educación superior.
"Mis padres no ganan mucho para poderla pagar y yo no califico para ayuda financiera", dijo esta alumna indocumentada, a quien le gustaría estudiar desarrollo infantil para trabajar con niños.
Ángel Medina en cambio tiene un año más para tomar una decisión. De momento, está indeciso entre si enrolarse con los Marines o estudiar leyes.
"Hay muchas leyes malas que están afectando a la educación", dijo el alumno del grado 11. "Me gustaría hacer algo para cambiar eso, porque si recortan maestros, los estudiantes tienen menos empuje y es más fácil abandonar la escuela".
Un total de 14 maestros de los 110 que trabajan en la escuela Lincoln han recibido notificación de posible despido por parte de LAUSD ante la falta de presupuesto.
"Estos estudiantes son los profesionales del futuro. Tienen que conocer qué carreras pueden hacer, y tienen que conocer mundo, más allá de Lincoln Heights y de terminar trabajando en la tienda de la esquina", apuntó Gilberto Martínez, maestro de historia desde hace cinco años, y uno de los que ha recibido la notificación. "Pero para eso necesitan a los maestros. Yo he llegado a donde estoy porque un maestro me inspiró a mí, y estoy seguro que todo el mundo se acuerda de cuál fue su mejor maestro, el que hizo una diferencia en su vida".
Algunos estudiantes tienen claro que quieren seguir esa misma profesión. Lizbeth García, del grado 11, quisiera ser maestra de inglés.
"Sé que va a ser difícil, cada vez se necesita más ayuda porque peligran muchos programas", comentó la alumna. "Pero eso es lo que me motiva más para alcanzar mi meta".
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