Un nuevo comienzo en la Roosevelt

En unas horas, 528,930 alumnos del Distrito Escolar Unificado de Los Ángeles (LAUSD) están llamados a iniciar clases tras el descanso veraniego. Muchos otros llevan semanas acudiendo a las aulas a estudiar en alguno de los 89 planteles que aún operan durante todo el año.

Algunos estrenarán campus. Otros, regresarán al mismo, aunque pueda que noten algunos cambios. Con la inauguración mañana de siete escuelas nuevas, el LAUSD recupera el calendario tradicional en 25 planteles que hasta ahora dividían el calendario académico en tres o cuatro carriles para dar abasto a todos sus estudiantes.

 

La Roosevelt, en el Este de Los Ángeles, será la única secundaria agraciada este año en volver a la normalidad, y en ella lo festejan como si se hubieran sacado la lotería.

"Es algo increíble que creemos hará una gran diferencia entre los estudiantes", dijo la directora del plantel, Sofía Freire.

Desde que abrió sus puertas en 1923, la Roosevelt ha sido el único plantel que ha servido de secundaria en Boyle Heights. Diseñada para acoger a unos 1,500 alumnos, la escuela se quedó pequeña cuando la comunidad latina comenzó a crecer demográficamente en sus alrededores.

En 1993, los administradores del distrito se vieron obligados a repartir a sus alumnos en tres carriles. Tres años más tarde, tuvo su cifra récord con 5,187 estudiantes registrados, pasando a la historia como una de las secundarias más hacinadas de todo el país.

"Cuando el movimiento chicano protestó en las marchas de 1968, lo hicieron por la baja calidad de la enseñanza. En ese entonces ya se quejaban cuando eran unos 2,500 estudiantes en la escuela", recordó María Brenes, directora ejecutiva de La Lucha del Pueblo. "Ha habido generaciones enteras que se han perdido en esos carriles, donde el 60% de los niños terminaba abandonando los estudios".

Durante los últimos meses, lo único que se ha escuchado en los pasillos de este emblemático campus ha sido algún que otro martillazo para alistar el comienzo de clases. El alboroto de los estudiantes corriendo de un salón a otro dio paso a una tranquilidad que no se respiraba en la escuela desde hace 16 años.

Aunque la idea fue inicialmente temporaria, ha sido el tiempo que ha tardado la escuela en recuperar el calendario tradicional: equivale a la vida completa de un estudiante desde que empieza la primaria hasta que termina la universidad.

Cuando sus aulas se vuelvan a llenar mañana, los alumnos tendrán por seguro que por fin al llegar el verano todos podrán descansar.

"Nunca habíamos tenido tiempo de hacer ni siquiera una limpieza en profundidad, siempre había sido algo superficial porque la escuela estaba continuamente funcionando", dijo Freire. "Era acabar el 30 de junio y al día siguiente comenzar un nuevo curso. Un niño pasaba del grado 10 al 11 sin descanso ninguno".

"Por primera vez hemos podido tener incluso sesiones de orientación para los estudiantes, para que vean las clases antes de comenzar y tengan todos los papeles listos el primer día".

La escuela Roosevelt recupera el calendario tradicional gracias a la apertura del centro Felícitas and Gonzalo Méndez, la primera secundaria en ser construida en Boyle Heights en más de 80 años.

A escasas dos millas, el nuevo centro acogerá 800 estudiantes que, de otra forma, hubieran tenido que engrosar la lista en la sede de los Rough Riders.

DESAFÍOS

Sin embargo, regresar al calendario tradicional también ha supuesto desafíos para quienes administran la escuela. A pesar de que el centro Méndez aliviará la sobrepoblación de estudiantes, la Roosevelt tendrá más alumnos que nunca estudiando al mismo tiempo.

"Antes teníamos unos 3,000 niños a la vez, mientras un grupo estaba de vacaciones. Ahora, con un sólo calendario, tendremos a 3,700 juntos", explicó Freire, señalando que el cambio se empezó a gestar hace un año.

"Nos preguntamos si teníamos suficiente espacio para las clases que necesitábamos, y cuando encontramos la forma entonces decidimos seguir adelante".

Varias oficinas y salas del plantel han sido reacomodadas en los últimos dos meses para convertirlas en aulas. Se han pintado paredes, tirado separadores y tapado puertas, y lo mismo ha sucedido con algunos espacios donde ahora trabajarán los consejeros. Por dentro, la Roosevelt parece otra.

Los más perjudicados son 12 de los 160 maestros, quienes por ahora no contarán con un aula propia, pero que han sido compensados con computadoras portátiles, entre otros materiales, y un espacio asignado en el campus para hacer sus tareas.

Paul Burgueño enseña matemáticas en la Roosevelt desde hace nueve años. En ella vivió como alumno la experiencia de cursar con base en ambos modelos: el cambio al sistema de carriles le afectó dos años después de comenzar la secundaria.

"Noté mucho la diferencia. No tenías la oportunidad de suspirar, de estar a gusto, los días de clase eran muy largos y si cursabas en verano no podías tomar las pasantías que ofrecían muchas compañías", recordó Burgueño, quien como maestro ha comprobado que "en verano muchos niños faltan a clase porque salen fuera con sus padres, ya que no tienen con quién dejarlos".

La escuela adoptará un calendario de 180 días frente al de 163 días de instrucción que mantuvo en la última década y media. Eso permitirá que las jornadas diarias sean más cortas, y que también las clases inicien una hora más tarde.

"Sabemos la diferencia que eso hace en los estudiantes, aunque sea dormir un poco más", dijo la directora. "Con el calendario tradicional, estamos en una posición mejor para que más alumnos vengan a clase, prosigan en los estudios y terminen graduándose".

Para Marshall Tuck, director ejecutivo de la Alianza para las Escuelas de Los Ángeles, que administra la Roosevelt y también se hará cargo del centro Méndez, la meta sigue siendo "acelerar lo más rápido posible el rendimiento de los estudiantes y mejorar la instrucción en inglés y matemáticas".

Quienes cursen en Méndez son los que por designación geográfica viven más cerca de esa escuela, pero en sí el perfil del estudiante será "el mismo de los que han ido a la Roosevelt porque proceden del mismo entorno o comparten las mismas circunstancias socioeconómicas".

"Por eso pensamos que es importante que tengan esa continuidad en el mismo modelo que han estado hasta este año", argumentó Tuck sobre el interés de la Alianza en hacerse cargo de la escuela que se estrena mañana.

"Ya no hay excusas", añadió Brenes por su parte. "La sobrepoblación de estudiantes se va a reducir bastante y lo que tenemos que asegurarnos ahora es que, sea en Méndez o en la Roosevelt, todos los que empiecen la secundaria en Boyle Heights terminen graduándose".


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